jueves, 19 de marzo de 2015

Análisis: La cabeza bien puesta, en Edgar Morin



Filósofo, sociólogo, nació en París el 8 de julio de 1921. Conocido como el creador del pensamiento complejo.  Para Morín el mundo es un todo que no se puede separar. En su criterio, el espíritu posee conocimientos desordenados que requieren ser recompuestos.  Propone acciones multidisciplinarias para lograr el pensamiento de análisis profundo que conlleve a definir los elementos de certeza.
Dichos elementos están basados en la complejidad cuyas características están basadas en muchas partes que forman un grupo difícil de conocer.  En su libro “La cabeza bien puesta” pone de manifiesto que los problemas particulares deben ser insertados en un contexto planetario. Se refiere a un contexto general que lo abarque todo, lo espiritual, lo afectivo, lo sociológico, lo económico, lo político, lo mitológico y así sucesivamente.  A su juicio, separar o fraccionar los saberes atrofia las posibilidades de la comprensión y de la reflexión, por ende, propone que nuestro sistema de enseñanza ni desuna ni aísle las disciplinas. 

          Asimismo,  asegura que el conocimiento progresa por la capacidad que exista para contextualizar y totalizar.  Es importante destacar que hace una diferencia necesaria entre la educación y la formación del individuo. La primera, pone en práctica el desarrollo del hombre y la segunda,   solo transmite conocimiento, sin despertar ni favorecer la autonomía del pensamiento, que si lo da una buena educación, que además ayuda a ser mejor persona.

          En el texto de Morín,  vemos cómo enumera tres desafíos para organizar el saber, son ellos: el cultural, que favorece la integración personal de los conocimientos al estimular la reflexión sobre el saber. El sociológico, que favorece con los desarrollos generalizados y múltiples del sistema neuro-cerebral, donde la información, debe ser la materia prima a integrar; el conocimiento, se debe re-consultar por el pensamiento; y el pensamiento el capital más preciado para el individuo y la sociedad. 

          Aquí es necesario,  indicar que en Venezuela, se afecta el proceso enseñanza aprendizaje, dado que el paradigma de la desigualdad social existente afecta poderosamente un sector importante, que lleva a que el pensamiento y las reflexiones a diario sean de negatividad en personas que carecen de los recursos económicos y de las posibilidades para ingresar a un sistema de educación que sea igual para todos. Hay que recordar que el sistema educativo en Venezuela,  está dividido en Público y Privado. Los estudiantes  no egresan de forma paritaria, por el contrario, cuando llegan a la educación superior, los egresados de la educación pública arrastran fallas en el conocimiento, mientras que los de la educación privada, están mejores preparados.

          El desafío cívico  se debe dirigir hacia el rescate de la solidaridad,  usar la voz interna llamada conciencia y la voluntad de llevar a cabo y hacer sentir lo que el autor denomina “las cosas humanas”,  tomando en consideración la aptitud, volver a lo cívico para ser menos técnico.  El desafío de los desafíos,  está en hacer frente a los tres desafíos analizados, para lo cual el autor Morín, resalta su “reforma del pensamiento”, lo que permitirá el pleno empleo de la inteligencia, más el vínculo de dos culturas disociadas, la reforma según Morín debe ser paradigmática.

“La reforma de la enseñanza debe conducir a la reforma del pensamiento y la reforma del pensamiento debe conducir a la reforma de la enseñanza”, dice.    

           En el análisis que hacemos de este interesante libro, a mi compañero, Elvin Perozo y a mi persona  nos corresponde ahondar  en el segundo capítulo: La cabeza bien puesta, aquí predomina la idea de tener conciencia de la importancia de desarrollar una aptitud general, no actitud, para plantear y analizar los problemas, los principios organizadores que permitan vincular los saberes a los que debemos dar el sentido que nos lleven a ponerlos en práctica, hacia lograr un país más humanizado.    
La aptitud general

          Morín  indica que el desarrollo de las aptitudes generales del pensamiento permite un mejor desarrollo de las competencias particulares o especializadas. “Cuanto más poderosa es la inteligencia general, mayor es la facultad para analizar los problemas especiales”. De allí, que la educación debe favorecer la aptitud natural del pensamiento.  Poner en práctica el pleno empleo de la curiosidad, tanto de los niños como de los adolescentes, que muchas veces se apaga en las aulas de clases, sobre todo cuando el educador, no siente pasión por su profesión.

          Para el filósofo Morín, el germen de la actividad crítica, es la duda,  la cual permite (Juan de Mairena), “repensar el pensamiento”, pero también implica, “dudar de la propia duda”. Las aptitudes mentales  deben combinar  el olfato, la sagacidad, la previsión, la ductilidad del espíritu, la maña, la atención vigilante, el sentido de la oportunidad. Tomar los detalles considerados insignificantes. Dar uso a la inteligencia general para todos los campos de las humanidades y científicas,  más un “buen pensar”. Vuelve aquí a subrayar la importancia de usar el pensamiento de forma positiva a pesar de los escasos escenarios, que en nuestro caso, podamos tener en Venezuela.

           La matemática, debe ir más allá del simple cálculo, que se debe unir a los conocimientos científicos. La filosofía, debe ayudar al desarrollo del espíritu problematizador, dice Morín, la filosofía es un poder de interrogación y de reflexión sobre los problemas del conocimiento y de la condición humana, que al mismo tiempo se debe nutrir de la literatura como rama poética. 

 La organización de los conocimientos
            Una cabeza bien puesta debe estar apta para organizar los conocimientos, con el fin de evitar una acumulación de datos estériles que hacen que el alumno no trascienda en sus proyectos. El docente debe tener claro que el conocimiento implica la traducción de las señales, los signos, los símbolos, en forma de representaciones, ideas, teorías, discursos. Para Morín,  se trata de reconocer la unidad dentro de lo diverso, lo diverso dentro de la unidad, reconocer por ejemplo, la unidad humana a través de las diversidades individuales y culturales, a través de la unidad humana. Lo local con lo global, se debe interrelacionar. ¿Se pone esto en práctica en el sistema educativo venezolano? –Claro que no, muchas veces hemos sido testigos de la manera como algunos profesionales de la docencia inducen a aprender “al caletre”, una acumulación de datos, sin la debida interpretación, lo cual hace que el alumno olvide fácilmente.

Un nuevo espíritu científico
          Morín establece que las nuevas ciencias como la ecología, la ciencia de la tierra, la cosmología, tienen por objeto un sistema complejo que forma un todo organizador, destaca la interacción, y retroacciones, para organizarse por sí mismos. Asimismo,  ponen de manifiesto las entidades naturales: el universo, la tierra y la ecología, resalta de nuevo la humanidad, que es lo mismo la humanización del individuo. La ecología,  referido el ecosistema, son las interacciones de los seres vivos, tales como los ecosistemas.

            Las ciencias de la tierra,  donde se considera al planeta como un sistema complejo que se autoproduce y se autoorganiza, articulan disciplinas que habían estado separadas como la geología, la meteorología, la vulcanología, y la sismología. El auge de las ciencias de la tierra, estudios que han desaparecido paulatinamente del currículo educativo venezolano, debe ser rescatado, porque como dice Morín, revitaliza la geografía que recubre la física, la biosfera y las implantaciones humanas.
    
              La cosmología, su concepción se impuso para concebir la formación de núcleos, átomos, y las inter-retroacciones internas de los astros, se asocia a la observación astrofísica con los resultados de las experimentaciones  microfísicas, es decir, la disciplina de lo infinitamente pequeño con lo infinitamente grande. “Disciplinas diversas (astronomía de la observación, física, microfísica, matemática), más una reflexión casi filosófica, se utilizan de manera reflexiva para acceder de la mejor manera posible a la inteligibilidad de nuestro universo”.

Los atrasos
            A criterio de Morín,  la revolución de la concentración de los campos pluridisciplinarios dista mucho de estar generalizada y, en muchos sectores, ni siquiera comenzó, especialmente lo que es el ser humano, víctima de la gran desunión entre naturaleza-cultura, animalidad/humanidad, que sigue despedazado entre su naturaleza de ser vivo estudiado en la ciencia de la bilogía y su naturaleza física y social estudiada en las ciencias humanas. Nuestra humilde sugerencia en este punto es que el individuo se vuelva más observador de su entorno, como modo de comprender las causas y consecuencias de una vida sana, cultural, mejor es ser educado que instruido o formado.

           Siguiendo a Morín en este punto, indica que las ciencias propiamente humanas también están compartimentadas: historia, sociología, economía, psicología, ciencias de lo imaginario, mitos, leyendas y creencias, solo se comunican en algunos investigadores marginales. La historia tiende a convertirse en ciencia multidimensional, que integra las dimensiones económicas, antropológicas y vuelve a integrar el acontecimiento después de haber creído que había que expulsarlo porque era un epifenómeno, dice Morín.

El imperativo
           Según Morín, las grandes concentraciones de campos sufren enormes atrasos en los casos en que todavía reina la reducción y la compartimentación. Pero, cosmología, ciencias de la tierra, ecología, prehistoria, nueva historia, permiten articular disciplinas que antes estaban desunidas. Cada una permite respuestas, pero en sus terrenos a su manera. “Con este nuevo espíritu científico podemos pensar que una verdadera reforma del pensamiento se ha puesto en marcha, pero todavía es muy desigual.

         Tenemos que apostar a este espíritu si queremos beneficiar la inteligencia general, la aptitud para plantear problemas, la posibilidad de vincular conocimientos. A este nuevo espíritu científico habrá de agregar el espíritu renovado de la cultura de las humanidades”, porque favorece la aptitud para abrirse a todos los grandes problemas, la aptitud para reflexionar, para aprehender las complejidades humanas, para meditar sobre el saber, que se debe integrar en la vida propia para ver con mayor claridad la conducta y el conocimiento de uno mismo, sabio, Morin, de acuerdo con sus planteamientos en todo momento.

          Morín entrelaza los diversos niveles de la enseñanza, en los que deberían movilizarse la cultura científica y las humanidades. La volvería apta para responder a las formalidades, desafíos de la globalidad y de la complejidad en la vida cotidiana, política, nacional y mundial, y aunque no lo escribe, le agregamos, y para vivir en familia.

Se trataría, como dice el escritor de un proceso continuo, a lo largo de los diversos niveles de la enseñanza, en los que se deberían movilizar la cultura científica y la cultura de las humanidades.  Una educación para una cabeza bien puesta, que ponga fin a la desunión entre las dos culturas,  la haría apta para responder a los desafíos de la globalidad y de la complejidad de la vida cotidiana, social, política, nacional y mundial.  “Es necesario que de manera imperativa restauremos la finalidad de la cabeza bien puesta, en las condiciones de nuestro tiempo y con sus propios imperativos”.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Morín, Edgar. “Los siete saberes necesarios a la educación del futuro”. IESALC/ Unesco-Caracas, 2000.
Morín, Edgar. “La Cabeza Bien Puesta”. Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires, 2002.
 

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