Filósofo, sociólogo, nació en París el 8 de julio
de 1921. Conocido como el creador del pensamiento complejo. Para Morín el mundo es un todo que no se puede
separar. En su criterio, el espíritu posee conocimientos desordenados que
requieren ser recompuestos. Propone
acciones multidisciplinarias para lograr el pensamiento de análisis profundo
que conlleve a definir los elementos de certeza.
Dichos
elementos están basados en la complejidad cuyas características están basadas
en muchas partes que forman un grupo difícil de conocer. En su
libro “La cabeza bien puesta” pone de manifiesto que los problemas particulares
deben ser insertados en un contexto planetario. Se refiere a un contexto
general que lo abarque todo, lo espiritual, lo afectivo, lo sociológico, lo
económico, lo político, lo mitológico y así sucesivamente. A su juicio, separar o fraccionar los saberes
atrofia las posibilidades de la comprensión y de la reflexión, por ende,
propone que nuestro sistema de enseñanza ni desuna ni aísle las disciplinas.
Asimismo, asegura que el conocimiento progresa por la
capacidad que exista para contextualizar y totalizar. Es importante destacar que hace una
diferencia necesaria entre la educación y la formación del individuo. La
primera, pone en práctica el desarrollo del hombre y la segunda, solo
transmite conocimiento, sin despertar ni favorecer la autonomía del
pensamiento, que si lo da una buena educación, que además ayuda a ser mejor
persona.
En el texto de Morín, vemos cómo enumera tres desafíos para
organizar el saber, son ellos: el cultural,
que favorece la integración personal de los conocimientos al estimular la
reflexión sobre el saber. El sociológico,
que favorece con los desarrollos generalizados y múltiples del sistema
neuro-cerebral, donde la información, debe ser la materia prima a integrar; el
conocimiento, se debe re-consultar por el pensamiento; y el pensamiento el
capital más preciado para el individuo y la sociedad.
Aquí es necesario, indicar que en
Venezuela, se afecta el proceso enseñanza aprendizaje, dado que el paradigma de
la desigualdad social existente afecta poderosamente un sector importante, que
lleva a que el pensamiento y las reflexiones a diario sean de negatividad en
personas que carecen de los recursos económicos y de las posibilidades para
ingresar a un sistema de educación que sea igual para todos. Hay que recordar
que el sistema educativo en Venezuela, está dividido en Público y Privado. Los
estudiantes no egresan de forma
paritaria, por el contrario, cuando llegan a la educación superior, los egresados
de la educación pública arrastran fallas en el conocimiento, mientras que los
de la educación privada, están mejores preparados.
El desafío cívico se debe dirigir hacia
el rescate de la solidaridad, usar la
voz interna llamada conciencia y la voluntad de llevar a cabo y hacer sentir lo
que el autor denomina “las cosas humanas”,
tomando en consideración la aptitud, volver a lo cívico para ser menos
técnico. El desafío de los desafíos, está en hacer frente a los tres desafíos
analizados, para lo cual el autor Morín, resalta su “reforma del pensamiento”,
lo que permitirá el pleno empleo de la inteligencia, más el vínculo de dos
culturas disociadas, la reforma según Morín debe ser paradigmática.
“La reforma
de la enseñanza debe conducir a la reforma del pensamiento y la reforma del
pensamiento debe conducir a la reforma de la enseñanza”, dice.
En el análisis que hacemos de este interesante libro, a mi compañero, Elvin
Perozo y a mi persona nos corresponde
ahondar en el segundo capítulo: La cabeza bien puesta, aquí predomina la
idea de tener conciencia de la importancia de desarrollar una aptitud general,
no actitud, para plantear y analizar los problemas, los principios
organizadores que permitan vincular los saberes a los que debemos dar el
sentido que nos lleven a ponerlos en práctica, hacia lograr un país más
humanizado.
La aptitud general
Morín
indica que el desarrollo de las aptitudes generales del pensamiento permite
un mejor desarrollo de las competencias particulares o especializadas. “Cuanto más
poderosa es la inteligencia general, mayor es la facultad para analizar los
problemas especiales”. De allí, que la educación debe favorecer la aptitud
natural del pensamiento. Poner en
práctica el pleno empleo de la curiosidad, tanto de los niños como de los
adolescentes, que muchas veces se apaga en las aulas de clases, sobre todo
cuando el educador, no siente pasión por su profesión.
Para el filósofo Morín, el germen de
la actividad crítica, es la duda, la
cual permite (Juan de Mairena), “repensar el pensamiento”, pero también
implica, “dudar de la propia duda”. Las aptitudes mentales deben combinar
el olfato, la sagacidad, la previsión, la ductilidad del espíritu, la
maña, la atención vigilante, el sentido de la oportunidad. Tomar los detalles
considerados insignificantes. Dar uso a la inteligencia general para todos los
campos de las humanidades y científicas,
más un “buen pensar”. Vuelve aquí a subrayar la importancia de usar el
pensamiento de forma positiva a pesar de los escasos escenarios, que en nuestro
caso, podamos tener en Venezuela.
La matemática, debe ir más allá del
simple cálculo, que se debe unir a los conocimientos científicos. La filosofía,
debe ayudar al desarrollo del espíritu problematizador, dice Morín, la
filosofía es un poder de interrogación y de reflexión sobre los problemas del
conocimiento y de la condición humana, que al mismo tiempo se debe nutrir de la
literatura como rama poética.
La
organización de los conocimientos
Una cabeza bien puesta debe estar
apta para organizar los conocimientos, con el fin de evitar una acumulación de
datos estériles que hacen que el alumno no trascienda en sus proyectos. El
docente debe tener claro que el conocimiento implica la traducción de las
señales, los signos, los símbolos, en forma de representaciones, ideas,
teorías, discursos. Para Morín, se trata
de reconocer la unidad dentro de lo diverso, lo diverso dentro de la unidad,
reconocer por ejemplo, la unidad humana a través de las diversidades
individuales y culturales, a través de la unidad humana. Lo local con lo
global, se debe interrelacionar. ¿Se pone esto en práctica en el sistema
educativo venezolano? –Claro que no, muchas veces hemos sido testigos de la
manera como algunos profesionales de la docencia inducen a aprender “al
caletre”, una acumulación de datos, sin la debida interpretación, lo cual hace
que el alumno olvide fácilmente.
Un nuevo espíritu científico
Morín establece que las nuevas ciencias
como la ecología, la ciencia de la tierra, la cosmología, tienen por objeto un
sistema complejo que forma un todo organizador, destaca la interacción, y
retroacciones, para organizarse por sí mismos. Asimismo, ponen de manifiesto las entidades naturales:
el universo, la tierra y la ecología, resalta de nuevo la humanidad, que es lo
mismo la humanización del individuo. La
ecología, referido el ecosistema,
son las interacciones de los seres vivos, tales como los ecosistemas.
Las ciencias de la tierra, donde se considera al planeta como un sistema
complejo que se autoproduce y se autoorganiza, articulan disciplinas que habían
estado separadas como la geología, la meteorología, la vulcanología, y la
sismología. El auge de las ciencias de la tierra, estudios que han desaparecido
paulatinamente del currículo educativo venezolano, debe ser rescatado, porque
como dice Morín, revitaliza la geografía que recubre la física, la biosfera y
las implantaciones humanas.
La cosmología, su concepción se impuso para concebir la formación
de núcleos, átomos, y las inter-retroacciones internas de los astros, se asocia
a la observación astrofísica con los resultados de las experimentaciones microfísicas, es decir, la disciplina de lo
infinitamente pequeño con lo infinitamente grande. “Disciplinas diversas
(astronomía de la observación, física, microfísica, matemática), más una
reflexión casi filosófica, se utilizan de manera reflexiva para acceder de la
mejor manera posible a la inteligibilidad de nuestro universo”.
Los atrasos
A criterio de Morín, la revolución de la concentración de los
campos pluridisciplinarios dista mucho de estar generalizada y, en muchos
sectores, ni siquiera comenzó, especialmente lo que es el ser humano, víctima
de la gran desunión entre naturaleza-cultura, animalidad/humanidad, que sigue
despedazado entre su naturaleza de ser vivo estudiado en la ciencia de la
bilogía y su naturaleza física y social estudiada en las ciencias humanas.
Nuestra humilde sugerencia en este punto es que el individuo se vuelva más
observador de su entorno, como modo de comprender las causas y consecuencias de
una vida sana, cultural, mejor es ser educado que instruido o formado.
Siguiendo a Morín en este punto,
indica que las ciencias propiamente humanas también están compartimentadas: historia,
sociología, economía, psicología, ciencias de lo imaginario, mitos, leyendas y
creencias, solo se comunican en algunos investigadores marginales. La historia
tiende a convertirse en ciencia multidimensional, que integra las dimensiones
económicas, antropológicas y vuelve a integrar el acontecimiento después de
haber creído que había que expulsarlo porque era un epifenómeno, dice Morín.
El imperativo
Según Morín, las grandes
concentraciones de campos sufren enormes atrasos en los casos en que todavía
reina la reducción y la compartimentación. Pero, cosmología, ciencias de la
tierra, ecología, prehistoria, nueva historia, permiten articular disciplinas que
antes estaban desunidas. Cada una permite respuestas, pero en sus terrenos a su
manera. “Con este nuevo espíritu científico podemos pensar que una verdadera
reforma del pensamiento se ha puesto en marcha, pero todavía es muy desigual.
“Tenemos que apostar a este espíritu si queremos beneficiar la
inteligencia general, la aptitud para plantear problemas, la posibilidad de
vincular conocimientos. A este nuevo espíritu científico habrá de agregar el
espíritu renovado de la cultura de las humanidades”, porque favorece la aptitud
para abrirse a todos los grandes problemas, la aptitud para reflexionar, para
aprehender las complejidades humanas, para meditar sobre el saber, que se debe
integrar en la vida propia para ver con mayor claridad la conducta y el
conocimiento de uno mismo, sabio, Morin, de acuerdo con sus planteamientos en
todo momento.
Morín entrelaza los diversos niveles
de la enseñanza, en los que deberían movilizarse la cultura científica y las
humanidades. La volvería apta para responder a las formalidades, desafíos de la
globalidad y de la complejidad en la vida cotidiana, política, nacional y
mundial, y aunque no lo escribe, le agregamos, y para vivir en familia.
Se trataría, como dice el escritor de un proceso continuo, a lo largo de
los diversos niveles de la enseñanza, en los que se deberían movilizar la
cultura científica y la cultura de las humanidades. Una educación para
una cabeza bien puesta, que ponga fin a la desunión entre las dos
culturas, la haría apta para responder a los desafíos de la globalidad y
de la complejidad de la vida cotidiana, social, política, nacional y
mundial. “Es necesario que de manera imperativa restauremos la finalidad
de la cabeza bien puesta, en las condiciones de nuestro tiempo y con sus propios
imperativos”.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Morín, Edgar. “Los siete saberes necesarios a la educación
del futuro”. IESALC/ Unesco-Caracas, 2000.
Morín, Edgar. “La Cabeza Bien Puesta”. Ediciones Nueva
Visión. Buenos Aires, 2002.
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